“¡Ilumina mi oscuridad, Señor!”
La señal de haber alcanzado la deificación es cuando el hombre se ve libre de figuraciones y de todas las imágenes que le presentaba el mundo de lo sensible.
Los Santos Padres nos enseñan que la visión de Dios es un don divino, mismo que Él concede a quien quiere y cuando quiere. Tenemos que orar para ser purificados en nuestro interior, para librarnos de nuestras pasiones —de hecho, para transformarlas en virtudes— y para que nuestra mente sea iluminada, es decir, para que pueda alcanzar la oración de la mente en el corazón.
San Máximo el Confesor dice que la liberación del dolor y el placer es señal de que el hombre ha superado la etapa de purificación. El signo de haber llegado al nivel de la iluminación o haberlo superado es la liberación del desconocimiento y el olvido de Dios. Finalmente, la señal de haber alcanzado la deificación es cuando el hombre se ve libre de figuraciones y de todas las imágenes que le presentaba el mundo de lo sensible. Luego, podemos orar con fervor: “¡Ilumina mi oscuridad, Señor!”.
(Traducido de: Mitropolitul Hierotheos Vlachos, Boala și tămăduirea sufletului în tradiția ortodoxă, Editura Sofia, pg. 33-34)