Palabras de espiritualidad

Imitando el ejemplo de las aves

  • Foto: Bogdan Zamfirescu

    Foto: Bogdan Zamfirescu

Translation and adaptation:

¿Y nosotros? Siempre hay algo que no nos conviene. ¿Y qué es lo que nos molesta, de hecho? Hablando con sinceridad, nada. ¿No es así?

Gracias a Dios, aún hay aves... Pero muchas especies han desaparecido. Todo se hace nada, se termina la vida... Y esto no es ningún secreto. Hace unos diez años, ¡cuando nevaba, nevaba de verdad! Y, cuando venía un claro de luna, afuera se juntaba un grupo enorme de liebres. La nieve era mucha y las liebres corrían de un lado para otro, sobre todo en la colina que está aquí cerca... Corrían, jugueteaban, se revolcaban en la nieve. En verdad, sentían ese gozo de la vida. Los animales sienten el gozo de vivir. En nosotros, esa alegría se ha extinguido o se ha oscurecido. Ellos, los animales, tienen la alegría de vivir, y nosotros, aunque poseamos todas las cosas del mundo, jamás estamos contentos. Ellos no se preocupan, ni llenan sus graneros con trigo, y Dios les da su alimento de cada día. La liebre siempre encuentra algo para roer, en dónde dormir, en dónde hacer su refugio. Y le agradece a Dios. Nosotros, no. Las aves alaban sin cesar a Dios. Empiezan desde muy temprano, a las tres, y hasta las nueve no se detienen. A las nueve se calman un poco, luego parten a buscar comida, porque deben alimentar a los más pequeños... Luego empiezan a cantar nuevamente. Y nadie les pide que canten. Ellas simplemente cantan. No les interesa si alguien las escucha o no. Pero, nosotros, soberbios, andamos por la vida con la nariz levantada. No nos apetece cantar, no nos apetece nada. Debemos imitar el ejemplo de las aves. Siempre están felices. ¿Y nosotros? Siempre hay algo que no nos conviene. ¿Y qué es lo que nos molesta, de hecho? Hablando con sinceridad, nada. ¿No es así?

(Traducido de: Stareţul Tadei, Cum îţi sânt gândurile aşa îţi este şi viaţa, Editura Predania, Bucureşti, 2010, p. 114)