Jamás perder la esperanza
Job no pecó, porque aun entre tanto sufrimiento no dejó de bendecir a Dios: “Que el Nombre del Señor sea bendecido ahora y siempre”, como cantamos al final de la Divina Liturgia.
Una forma sencilla de entender la frase: “Mantén la mente en el infierno, pero no desesperes”, es la siguiente: ¿Qué es el infierno? El infierno es el lugar en donde falta Dios. Entonces, si cuando pasamos por pruebas y enfrentamos las adversidades de la vida, nos consideramos dignos de estos sufrimientos, y quizás de unos todavía mayores, incluso del infierno mismo, se nos da la Gracia para poder soportarlos sin que nos destruyan.
En una de sus homilías sobre la Madre del Señor, San Andrés de Creta dice que las almas de todos los santos, es decir, las de los fieles, pasarán por los tormentos del infierno, pero no para que se pierdan, sino para que conozcan por experiencia el misterio del descenso de Cristo al infierno. Porque si queremos conocer a Cristo entero, totus Christus, también nosotros tenemos que abarcar ese aspecto de Su vida, para conocer Su camino en toda su longitud, su anchura, su altura y su profundidad (Efesios 3, 18); y Su descenso a los infiernos es una parte importante de este camino.
El sufrimiento es, así pues, un modo de buscar y conocer el camino de Cristo. Pero no tenemos que olvidar que Dios sigue siendo bendito por siempre y que no debemos perder la esperanza. Este pensamiento nos dará el poder para libranos del pecado. En el libro de Job encontramos las siguientes palabras, realmente dignas de asombro: “En todo esto, Job no pecó ni dijo nada indigno contra Dios” (Job 1, 22). Job no pecó, porque aun entre tanto sufrimiento no dejó de bendecir a Dios: “Que el Nombre del Señor sea bendecido ahora y siempre”, como cantamos al final de la Divina Liturgia.
(Traducido de: Arhimandritul Zaharia Zaharou, Adu-ți aminte de dragostea cea dintâi (Apocalipsa 2, 4-5) – Cele trei perioade ale vieții duhovnicești în teologia Părintelui Sofronie, Editura Doxologia, Iași, 2015, pp. 80-81)