Junto a las tribulaciones viene también el auxilio necesario para vencerlas... ¡tan sólo debemos pedirlo!
El que persevera en la oración es atacado por las tentaciones, aunque Dios y Sus ángeles están con él, fortaleciéndolo y coronándolo.
El que ora, vive; el que no ora, muere. El hombre fue hecho, por parte de Dios, compuesto de dos partes: un cuerpo material y visible, junto al alma, inmaterial e invisible.
Así como el pan es el alimento del cuerpo, junto al agua y la comida que se pone en la mesa al comer y al cenar —además del aire puro que respiramos a cada instante—, así también el sustento del alma consiste en la palabra del Señor, las divinas enseñanzas que brotan ricamente de las Divinas Escrituras y de la Santa Tradición, unidas a la oración incesante, los pensamientos santos y la renovación de la vida, siguiendo la voluntad de Dios. El que persevera en la oración es atacado por las tentaciones, aunque Dios y Sus ángeles están con él, fortaleciéndolo y coronándolo.
(Traducido de: Protosinghel Nicodim Măndiță, Învățături despre rugăciune, Editura Agapis, București, 2008, p. 9)