La acción de la Gracia y el esfuerzo del creyente
Cuando te ayudas a ti mismo, es señal de que también Dios te ayuda.
Tenemos aquí el misterio de la sinergia, de la colaboración entre gracia y libertad. Aquel que perservera con la mente dirigida a Dios, pareciera hacerlo por sí mismo. Pero, de hecho, la Gracia Divina lo ayuda silenciosamente en ese esfuerzo. En este punto es necesario acotar que la Gracia no excluye el trabajo de nuestra voluntad, sino que demuestra su acción en ese mismo esfuerzo. Y no podrá producir un efecto sino por medio de ese empeño. Cuando te ayudas a ti mismo, es señal de que también Dios te ayuda. El mismo hecho de perserverar en Aquel que es inalterable te hace inalterable a ti también. Y esto constituye un estado que va más allá de nuestra naturaleza. Pero incluso en ese estado constante se halla implicado, al mismo tiempo, un esfuerzo propio. Es cierto que persistimos en esa estabilidad mucho más fácilmente o solo por el hecho de que la Gracia obra en nosotros, pero, aun así, nuestro propio esfuerzo está implicado, con todo, en la posibilidad de nuestro ser.
(Traducido de: Părintele Dumitru Stăniloae, nota 241 la Sfântul Isaac Sirul, Cuvinte despre nevoință, în Filocalia X, Editura Humanitas, București, 2008, p. 188)