La acción del Espíritu Santo sobre las almas más duras
Si el Espíritu Santo quiere que la persona lleve una vida de arrepentimiento, a veces se deja sentir en la misma medida de su humildad y contrición.
Cuando el Espíritu Santo toca el corazón de alguien, la persona ya no puede ser dura; al contrario, cualquier cosa, por pequeña que parezca, le causa un profundo sentimiento de contrición, incluso esas cosas que cualquiera diría que no son pecado.
Cuando el Espíritu Santo quiere ayudar a alguien, obra de esta manera: si quiere que la persona lleve una vida de arrepentimiento, a veces se deja sentir en la misma medida de su humildad y contrición. Si la persona une el esfuerzo con la humildad, el Espíritu Santo se deja sentir y ayuda al hombre a llegar a ese punto. Mientras yo duermo, mi corazón vela.
Si (el individuo) une el esfuerzo con la humildad, el Espíritu Santo le ayuda. Pero si une su esfuerzo con el rencor, las lamentaciones o la irascibilidad, el Espíritu Santo no le ayudará. Ya puedes orar años enteros, que no te ayudará. Solamente si unimos la humildad con el esfuerzo, sea con vigilias o con postraciones, el Espíritu Santo se hace sentir.
(Traducido de: Părintele Proclu Nicău, Lupta pentru smerenie și pocăință, Editura Agaton, Făgăraș, 2010, pp. 25-26)