Palabras de espiritualidad

La alegría del arrepentimiento

    • Foto: Stefan Cojocariu

      Foto: Stefan Cojocariu

Translation and adaptation:

A menudo me preguntan, “¿Cómo debemos confesarnos?”. La respuesta, directa y decidida, es: “Confiésate como si fuera tu último instante de vida, como si fuera la última vez, la última oportunidad de arrepentirte, antes de pasar el umbral de la vida eterna y presentarte frente al juicio de Dios; confiésate como si fuera la última vez que puedes desprenderte de una carga pesadísima, acumulada a lo largo toda una vida de pecado e injusticia, para entrar libremente en el Reino de Dios.”

A menudo me preguntan, “¿Cómo debemos confesarnos?”.

La respuesta, directa y decidida, es: “Confiésate como si fuera tu último instante de vida, como si fuera la última vez, la última oportunidad de arrepentirte, antes de pasar el umbral de la vida eterna y presentarte frente al juicio de Dios, como si fuera la última vez que puedes desprenderte de una carga pesadísima, acumulada a lo largo toda una vida de pecado e injusticia, para entrar libremente en el Reino de Dios.”

Si pensáramos siempre de esta manera sobre la confesión, antes de asistir a ella, sabiendo —no solo imaginándonos, sino sabiéndolo sólidamente— que en cualquier momento podríamos morir, entonces no dejaríamos de hacernos tantas preguntas inútiles. Nuestra confesión, así, sería terriblemente sincera y directa, dejaríamos de evitar utilizar esas palabras que nos humillan, que nos someten, sino que las pronunciaríamos con toda la dureza de la verdad. Dejaríamos de pensar en qué debemos decir y qué no debemos decir; al contrario, diríamos todo lo que sentimos como injusticia o pecado en nuestra consciencia, todo eso que nos hace indignos de nuestra propia honra humana, de nuestro propio nombre de cristianos. Dejaríamos de sentir ese sentimiento de que, durante la confesión, debemos evitar referirnos a nosotros mismos con palabras duras, implacables; dejaríamos de preguntarnos si debemos evitar decir una u otra cosa, porque sabríamos con qué podemos entrar en la eternidad y con qué no podemos hacerlo.

(Traducido de: Mitropolitul Antonie al Surojului, Bucuria pocăinței, Editura Marineasa, 2005 , pp. 45-46, )