La anulación de nuestra propia voluntad
Sólo si fundamos nuestra casa interior en el cimiento de Jesús, sólo si asentamos nuestra fortaleza en la base de la gracia celestial, y no sobre la arena de nuestras propias fuerzas y voluntad, sólo entonces el mal de dentro nuestro y el que viene de afuera será incapaz de hacernos daño.
La lucha con nosotros mismos se resume a anular nuestra propia voluntad para hacer la del Padre Celestial.
En otras palabras, sólo si fundamos nuestra casa interior en el cimiento de Jesús, sólo si asentamos nuestra fortaleza en la base de la gracia celestial, y no sobre la arena de nuestras propias fuerzas y voluntad, sólo entonces el mal de dentro nuestro y el que viene de afuera será incapaz de hacernos daño. Y sólo entonces brotarán de nuestra cantera espiritual los frutos del Espíritu: “caridad, alegría, paz, comprensión de los demás, generosidad, bondad, fidelidad, mansedumbre y dominio de sí mismo” (Gálatas 5, 22-23). Si no levantamos nuestra casa en esta base y si no fructificamos de esta manera, no podremos ver la Verdad, aunque la tengamos frente a nuestros ojos, como Pilatos; de la misma forma, como los fariseos, no podremos dar testimonio de Cristo, ni tendremos el coraje y el heroísmo necesario para luchar contra el enemigo invisible y en contra del enemigo de nosotros mismos.
(Traducido de: Arhimandrit Paulin Lecca, Adevăr și Pace, Tratat teologic, Editura Bizantină, București, 2003, p. 37)