Palabras de espiritualidad

La belleza del joven

    • Foto: Silviu Cluci

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La lucha por la pureza es más fácil para el virtuoso, que para el vicioso.

La corona de la pureza es el más precioso atavío del joven. El que se abstiene en su juventud, con facilidad sabrá luchar con los arranques carnales, en su edad madura. Así, por haber mantenido la pureza durante su juventud, se le otorgará una vejez luminosa. Y lo que es aún más importante, durante el estremecedor Juicio, podrá permanecer a la derecha del Salvador, con la vestidura blanca de la castidad y cantando junto a aquellos que vencieron el pecado, agitando ramos de palma:

¿Quién salva fuera de nuestro Dios, que se sienta en el trono, y del Cordero?” (Apocalipsis 7, 10).

Si el hombre no se acostumbra a la pureza mientras es virgen, difícilmente podrá buscarla después de haber experimentado esos encantos que estimulan el desenfreno. La lucha por la pureza es más fácil para el virtuoso, que para el vicioso. En tanto no ha probado determinada comida, habiendo únicamente escuchado hablar de ella, la lengua no experimentará un deseo grande de gustar de ella. San Juan Climaco dice,

De igual manera sucede con los cuerpos puros: reciben del desconocimiento del desenfreno, un gran alivio en la batalla en contra de éste”.

¿Qué es lo que nos ayuda más en la lucha en contra de los demonios del desenfreno? La fe en Dios, el temor de Él y la búsqueda constante de la ayuda divina. Las virtudes no se obtienen sólo con nuestras humanas fuerzas. Y esto sucede, especialmente, en lo que concierne a la pureza. Con toda razón, San Juan Climaco señala:

Ninguno de los que ha conseguido mantener la pureza se ha considerado a sí mismo como el factor de tal logro. Porque no está en nuestras fuerzas el vencer nuestra propia naturaleza. Allí donde ésta ha sido vencida, puede sentirse la presencia de Aquel que está más allá de ella”.

(Traducido de: Arhim. Serafim Alexiev, Curăția – tâlcuire la rugăciunea Sfântului Efrem Sirul, Editura Sophia, p. 49-50)

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