La caridad que tanto agrada a Dios
Lo importante es que alejemos de nosotros el lujo innecesario, contentándonos con lo que es normal, aprendiendo a ganarnos, con el trabajo honrado, lo que realmente necesitamos.
Me alegraría mucho si pudiera enseñarles a no ser avaros, a entender la belleza de la caridad y el deber de dar algo de lo que tenemos. Si ponen en práctica esto, amados hijos, podrán alcanzar los más grandes méritos. Lo importante es que alejemos de nosotros el lujo innecesario, contentándonos con lo que es normal, aprendiendo a ganarnos, con el trabajo honrado, lo que realmente necesitamos. El virtuoso Juan, hablándoles a los recaudadores y a los soldados, les ordenaba contentarse con su salario. Sin duda alguna, lo que el quería era guiarlos a la sabiduría, pero como no eran capaces de entenderle, no les dejó sino una enseñanza más simple, pensando que si les dejaba una más avanzada, no la tomarían en cuenta y se apartarían aún de lo más básico. Por eso, y de la misma manera, no les pongo a que se habitúen sino con esfuerzos más pequeños. Sé que sobrepasaría sus capacidades, si les pidiera que renunciaran ya a todo lo que tienen, porque esta sabiduría está tan lejos de ustedes, como el cielo de la tierra. Sometámonos, entonces, a mandatos más pequeños, que nos traen un consuelo visible. Me alegrará mucho saber que se han vuelto caritativos, porque es lo que nos llevará a obtener nuestro objetivo final.
(Traducido de: Sfântul Ioan Gură de Aur, Cuvinte alese, Editura Reîntregirea, p. 22)