La ceguera espiritual
Si el ciego físico es incapaz de ver el sol físico y su luz, el ciego espiritual no puede ver al Sol de la verdad y al Padre de las luces, en la resplandor de Su gracia.
Ya que el hombre tiene dos clases de ojos, físicos y espirituales, también su ceguera puede ser de dos clases: física y espiritual. La ceguera física puede ser congénita, por accidente o debido a alguna enfermedad. El que es ciego físicamente, es incapaz de verse a sí mismo y al mundo que le rodea, de caminar sin un guía y de apreciar la luz, los colores y las demás bellezas del mundo visible.
La ceguera espiritual es, sin embargo, más terrible que la primera. Un ciego espiritual es más desgraciado aún que Bartimeo, mencionado en el Evangelio. Si el ciego físico es incapaz de ver el sol físico y su luz, el ciego espiritual no puede ver al Sol de la verdad y al Padre de las luces, en la resplandor de Su gracia. No reconoce a Aquel que le ofrece las bondades imperecederas: la vida, el alma, la eternidad. Y, además, es incapaz de verse a sí mismo como es en realidad.
(Traducido de: Arhimandrit Sofian Boghiu, Smerenia și dragostea, însușirile trăirii ortodoxe, Fundația Tradiția Românească, București, 2002, p. 30)