La contrición es el origen de la humildad
A lo largo de mi vida he observado lo siguiente: quien tenga una verdadera contrición en su alma, tendrá también la humildad.
Si alguien dice que vive en contrición, pero al mismo tiempo es incapaz de ver el sufrimiento de su hermano, debe saber que su arrepentimiento es falso. Hay muchos que se ufanan de llevar una vida agradable a Dios, pero en realidad se engañan a sí mismos y a los demás, aunque no al Espíritu Santo.
Esas personas se hallan —sin saberlo— en un abismo, sin entender que todo el tiempo les acecha una desgracia muy grande. Solamente cuando consigan unir la humildad con el arrepentimiento, podrán saber que lo que hacen tiene, en realidad, una gran importancia, un valor significativo para quienes les rodean.
Hermanos, a lo largo de mi vida he observado lo siguiente: quien tenga una verdadera contrición en su alma, tendrá también la humildad. Hermanos, entiendan esto: la raíz de la humildad está en la contrición.
Cuando conoces a alguien que tiene una auténtica contrición, inmediatamente puedes reconocer el llanto de su corazón. Es una persona que no juzga ni condena a nadie, porque lo que quiere es apiadarse de todos y verlos alcanzar la salvación. Lo que le interesa en realidad es perdonar siempre y no tener diferencias con nadie. Esto es lo que nos enseña el Espíritu Santo. Y fácilmente se puede observar que quien practique estas virtudes, tendrá siempre con él la extraordinaria protección del Espíritu Santo.
(Traducido de: Părintele Proclu Nicău, Lupta pentru smerenie și pocăință, Editura Agaton, Brașov, 2010, pp. 56-57)