La contrición no viene fácilmente al hombre carnal
El arrepentimiento por nuestros pecados es posible y adecuado solamente ahí donde hay una relación personal (con Dios). El encuentro con un Dios Personal: tal es el significado de este acontecimiento.
La contrición no viene fácilmente al hombre carnal, y ninguno de nosotros puede al menos imaginarse el problema del pecado, que se nos revela solamente por medio de Cristo y el Espíritu Santo. La venida del Espíritu Santo es un acontecimiento de suprema importancia. El hombre caído se encuentra con Dios Santísimo. La noción de pecado es posible solamente ahí donde Dios es visto como una Hipóstasis Absoluta. Y el arrepentimiento por nuestros pecados es posible y adecuado solamente ahí donde hay una relación personal. El encuentro con un Dios Personal: tal es el significado de este acontecimiento. El pecador experimenta, al mismo tiempo, temor y exaltación. Es un nuevo nacimiento desde lo Alto. Una flor extraordinaria se deshace dentro de nosotros: la hipóstasis-persona. Al igual que el Reino de Dios, la persona “no viene de forma visible” (Lucas 17, 20). El proceso por el cual la mente humana entra en la esfera de la Eternidad divina es distinto para cada uno de nosotros.
El alma llega a conocerse a sí misma, especialmente cuando se presenta ante Dios. Y el hecho de que semejante oración es un don de Dios que ora en nosotros, demuestra que la persona nace de lo Alto, y como tal no se halla sometida a las leyes de la naturaleza. La persona trasciende los límites terrenales y se mueve en otras esferas, quizá imperceptibles para los demás. Es singular y única.
(Traducido de: Arhimandritul Sofronie, Rugăciunea – experiența vieții veșnice, Editura Deisis, Sibiu, 2001, p. 49)