La contrición puede enmendar todo
El pecador dice: “He pecado… De hoy en más no lo volveré a hacer”. El Señor responde: “Bien. Tampoco Yo te condeno, pero debes estar atento a no caer otra vez”.
A la mujer que había caído en pecado, el Señor le dijo: “Tampoco Yo te condeno”, sin reducirle su falta, pero dándole la autoridad del arrepentimiento. Y ella se arrepintió visiblemente, de manera que el Señor le dijo: “Vete, y no peques más” (Juan 8, 11). En este punto radica toda la esencia de la contrición… El pecador dice: “He pecado… De hoy en más no lo volveré a hacer”. El Señor responde: “Bien. Tampoco Yo te condeno, pero debes estar atento a no caer otra vez”.
El espíritu de arrepentimiento corrige todo. Oremos para que el Señor nos lo conceda y para que nos fortalezca en él, porque si nos falta la contrición no se nos dará ningún otro don, ni obtendremos fruto alguno.
(Traducido de: Sfântul Teofan Zăvorâtul, Sfaturi înțelepte, traducere de Cristea Florentina, Editura Cartea Orodoxă, p. 375)