Me atrevería a afirmar que las primeras fases de la educación de los hijos son responsabilidad de la madre. La oración y la inclinación a lo espiritual deben acompañar el embarazo. Cuando amamanta a su bebé, la madre lo persigna, y tiempo después habrá de enseñarle a orar antes de comer. Ella es quien le enseña al pequeño sus primeras oraciones.

Los cimientos de la educación religiosa en la familia son obra de la madre. En la historia de la Iglesia hay muchos ejemplos. San Basilio el Grande escribe: “Fue de mi bendita madre y de mi abuela que aprendí las primeras cosas sobre Dios. Mi abuela me crió. Ella me enseñó las palabras del Feliz Gregorio, mismas que se había aprendido de memoria, infundiéndome la devoción (...)” (Carta 196).

La influencia moral de las madres en la educación de los niños se refleja también en el estado político, religioso y económico que impera en cada nación.

(Traducido de: Cum să ne purtăm cu fiica adolescentă – Sfaturi pentru părinţi, traducere din limba rusă de Gheorghiţă Ciocioi, Editura de Suflet, Bucureşti, pp. 59-60)