La desidia y el estrés
El Señor condena la angustia (por lo terrenal), pero no recomienda la inactividad.
El trabajo por amor a Dios y a los demás produce en el alma un estado de descuido terrenal y lleva a la plenitud eterna, mientras que la acción egoísta del cuerpo solamente lleva a la perdición. En consecuencia, el Señor condena la angustia (por lo terrenal), pero no recomienda la inactividad. Aún más, Él condena la pereza, sobre todo esa que viene acompañada de la ansiedad (por lo terrenal). De esto resulta que, aunque no debemos considerar eternas las cosas del mundo, sí que debemos considerar que la actividad del alma vinculada a ellas, por amor a Dios y a los demás, es un medio para que el alma avance y crezca, con tal de obtener la felicidad eterna que es su propósito. Entonces, también la oración es una actividad.
(Traducido de: Părintele Dumitru Stăniloae, nota 68 la Sfântul Simeon Noul Teolog, Cele 225 de capete teologice și practice, în Filocalia VI, Editura Humanitas, Bucureşti, 2009, p. 40)