Palabras de espiritualidad

La Divina Liturgia y la importancia de orar por vivos y muertos

  • Foto. Silviu Cluci

    Foto. Silviu Cluci

Para esto son tan necesarias esas 40 Divinas Liturgias por vivos y muertos. Hagamos esto siempre, pero de forma correta. No basta con darle nuestra lista de peticiones al sacerdote, con los nombres de nuestros parientes.

No hace mucho tiempo, mientras un grupo de hombres trabajaba en una mina, se produjo un derrumbe que mató a algunos, hirió a varios de ellos, y a todos los dejó encerrados en las entrañas de la montaña. La mujer de uno de los mineros, convencida de que su esposo había muerto en el incidente, le llevó a su párroco todo lo necesario para la celebración de la Divina Liturgia durante 40 días por el descanso de su alma. Para esto, cada día le llevaba un prosforon, una botellita con vino de casa y una candela grande. Cuando el sacerdote llevaba 20 días seguidos oficiando la Liturgia en memoria del minero, el demonio empezó a sentir envidia por la devoción de la mujer. Se le apareció a esta y le dijo que el sacerdote había salido de la ciudad para resolver un asunto urgente. Así, ya no tenía sentido llevar a la iglesia el prosforon, y lo mejor era intentarlo en otra ocasión. Esa misma tentación se produjo otras 2 veces durante el transcurso de los 40 días.

Mientras tanto, los rescatistas seguían itentando desbloquear la entrada de la mina, aunque con pocas esperanzas de encontrar algún sobreviviente. En un momento dado, cuando estaban moviendo unas rocas, oyeron una voz que les decía:

—¡Tengan cuidado, que sigo vivo! Caven con cuidado, porque hay dos piedras enormes que pueden caerme encima en cualquier momento.

Con nuevos bríos, los rescatistas se pusieron a cavar a los lados de la entrada, hasta que encontraron a un hombre malherido, sí, pero vivo. ¡Era el esposo de la señora Arghiros!

Luego de sacarlo cuidadosamente del lugar y estabilizarlo, los enfermeros le preguntaron cómo había sobrevivido tantos días sin comer nada. Él les respondió:

—Cada día venía alguien, a quien no podía ver, y me traía un pan, una botellita de vino y una candela encendida, que brillaba ante mí. Ese era mi alimento diario. Bueno, hubo tres días en los que no comí nada ni tuve luz, lo cual me entristeció muchísimo, porque creí que por culpa de mis pecados Dios había dejado de ayudarme. Y, cuando esperaba morir de hambre y sed, vi que se encendía nuevamente una candela, y que me traían pan y vino, como antes. Le di gracias a Dios, porque sabía que no volvería a abandonarme…

Maravillados, todos los presentes exaltaron a Dios.

El suceso relatado nos demuestra la importancia de la Divina Liturgia en nuestra vida. La Divina Liturgia es la obra más grande que podemos hacer en este mundo. Y no es de beneficio solamente para los vivos, sino también para los difuntos. “Porque nuestro Bondadosísimo Dios se ve vencido por Su propio amor a la humanidad”, como dice San Juan Damasceno. “Y lo seguirá haciendo, hasta el momento de la última retribución, cuando ocurra la Segunda Venida del Señor, día en el que cesará el tiempo de Su auxilio. Hasta entonces, Él quiere que todos corramos a Su ayuda y que también nos ayudemos recíprocamente, acordándonos siempre de los vivos y de los muertos. La Iglesia oficia siempre la Divina Liturgia también por los difuntos, porque esto agrada inmensamente al Señor. Si esto no fuera algo agradable a Él, desde hace mucho tiempo habría dejado de hacerse. Por el contrario, nuestros Santos Padres le dan un gran valor a esto, subrayando el auxilio que reciben las almas de los difuntos con la oblación de la Divina Liturgia y todas las oraciones y actos de caridad que se hacen por ellas”.

En palabras de San Juan Crisóstomo, “Si mientras vivías no lograste ordenar todo lo relacionado con tu alma, diles a tus familiares que te envíen tu equipaje cuando mueras. En otras palabras, que te ayuden con la práctica de muchas buenas acciones, como la caridad y las oraciones de la Divina Liturgia. Que nada de ello te falte. El Día del Juicio seremos señalados por nuestros parientes, por habernos desentendido de hacer lo que estaba a nuestro alcance por ellos”.

Para esto son tan necesarias esas 40 Divinas Liturgias por vivos y muertos. Hagamos esto siempre, pero de forma correta. No basta con darle nuestra lista de peticiones al sacerdote, con los nombres de nuestros parientes. Se necesita de nuestra participación real en la Divina Liturgia, hasta que “a todos nosotros nos recuerde nuestro Señor Dios en Su Reino. ¡Amén!”.