La dulzura de la vida espiritual
Te vuelves como un niño y Dios mora en tu corazón. La vida espiritual es buena y dulce, pero requiere lucha.
La vida espiritual nos ofrece grandes alegrías. Te da alas, te escapas del mundo, no te importa nada más. Te vuelves como un niño y Dios mora en tu corazón. La vida espiritual es buena y dulce, pero requiere lucha.
Para salvarse, el hombre debe lavarse con su sangre y sus lágrimas. Los santos mártires se lavaron con su propia sangre. A nosotros nos corresponde, entonces, intentar derramar al menos unas cuantas lágrimas. No conozco una sola iglesia que no sea hermosa. Sientes lo mismo en todas partes: cuando entras a la capilla más pequeña de todas, donde hay un solo ícono, sientes que no necesitas nada más. ¡Dios está presente en todas partes! ¡Que no se nos ocurra pensar que Él habita solamente en templos grandes e imponentes!
(Traducido de: IPS Andrei Andreicuț, Mai putem trăi frumos? Pledoarie pentru o viață morală curată, Editura Renașterea, Cluj-Napoca, 2012, p. 58)