La embriaguez de las pasiones
Aun sin vino se aturde aquel que no renuncia a su indolencia y no refrena la turbación de las pasiones por medio de una virtuosa templanza.
Aun sin vino se aturde aquel que no renuncia a su indolencia y no refrena la turbación de las pasiones por medio de una virtuosa templanza.
Incluso el que bebe vino puede permanecer despierto con el alma y atento a todas las cosas de la salvación, porque si esto fuera imposible, el Santo Apóstol Pablo no le habría dado a su discípulo Timoteo un consejo como este: “No bebas agua sola, mézclala con un poco de vino, por tu mal de estómago y tus frecuentes indisposiciones” (I Timoteo 5, 23), porque la embriaguez no es sino perder el juicio natural, una transformación negativa del corazón y una pérdida de la comprensión: todo eso no es fruto solamente de la embriaguez que provoca el vino, sino también de la embriaguez de la ira y del apetito desmedido.
(Traducido de: Cuviosul Bonifatie de la Teofania, Bucuria de a fi ortodox, traducere de Adrian Tănăsescu-Vlas, Editura Sophia, Bucureşti, 2011, pp. 58-59)