Palabras de espiritualidad

La enorme misión y responsabilidad de los pastores de almas

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

Su propia salvación está condicionada exclusivamente por la de sus hijos espirituales.

¿Cuál es la gran misión y responsabilidad de un pastor de almas, frente a Dios?

—Es una responsabilidad inmensamente grande. En la medida en que el alma es más grande que el cuerpo, así de grande es también la diferencia entre la responsabilidad de un sacerdote y la de cualquier otra autoridad de este mundo. Porque el alma es la persona, no su cuerpo.

La misión del pastor de almas es una sóla: conducirlas, sin desfallecer, a Cristo. No es fácil, pero tiene el poder de Aquel a quien se le dio todo poder en los cielos y en la tierra, nuestro Señor Jesucristo, Quien nunca le abandona. Al pastor de almas —el sacerdote— no se le dio poder para buscar una vacía gloria personal, sino para que pueda cargar en el corazón con todas las debilidades de sus hijos espirituales, con ecuanimidad. También para sufrir por ellos en sus momentos de caída o de equivocación. porque se sabe que esas almas serán tomadas de las manos del sacerdote, cuando llegue el momento del Juicio, de acuerdo a las Escrituras. Y las Escrituras no pueden ser objetadas.

El mentor de almas debe pensar humildemente sobre sí mismo, sobre el bastón y las vestiduras que utiliza, porque el que le obedezca a él, le estará obedeciendo también para Cristo. Entonces, hará todo cual héroe de Cristo. No debe interponerse en ese orden, porque estaría cayendo en un error terrible, diciendo que él es El que es.

El sacerdote debe creer y confiar que Dios nunca lo dejará sin Su auxilio, si ama a sus hijos espirituales y si entiende, en verdad, que su propia salvación está condicionada exclusivamente por la salvación de ellos. Algunas veces necesitará reprenderlos, ciertamente, pero no es el único método para instruirlos. El regaño debe ser la excepción. Porque la mansedumbre y el entendimiento son los que hacen crecer, los que construyen, porque a los hijos espirituales no se les debe quitar la libertad de pensar en Cristo; ellos deben poder elegir pensar, entender y actuar, para formarse su propia personalidad espiritual.

El mentor espiritual debe ser, en todo, un ejemplo a seguir. San Juan Climaco dice que,

“El pecado que comete con su mente el pastor de almas, será considerado más grave, el día de Juicio, que el que su hijo espiritual comete con sus actos”.

Y dice también,

“Cuanta más devoción sienta alguien por tí, así de grande será tu deber de prepararte en las divinas Escrituras y utilizarlas con el ejemplo de tu vida”.

San Gregorio el Teólogo dice,

“Tantas almas matamos, como tantas, por culpa nuestra, dejamos que sean condenadas”.

Y San Juan Crisóstomo dice, para los padres espirituales,

“En los últimos días pocos sacerdotes se salvarán. La mayoría serán condenados. Talvez se libren de sus propios pecados, pero no de los de sus hijos espirituales”.

(Traducido de: Ne vorbește Părintele Arsenie, ed. a 2-a, vol. 1, Editura Mănăstirea Sihăstria, 2010, pp. 22-24)

 

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