Los pecadores que confían en la misericordia de Dios no se sienten deprimidos. Ellos tienen la esperanza de que la misericordia divina les perdonará todos sus pecados, sin importar su número y su gravedad.

Saben, asimismo, que nuestro Piadosísimo Dios es clemente e indulgente, y les da a los que se arrepienten “el perdón de los pecados y una gran misericordia”. ¿Es posible que el pecador que pone su esperanza en la misericordia de Dios olvide la actitud de nuestro Señor Jesucristo hacia aquella mujer que fue sorprendida cometiendo adulterio?

(Traducido de Arhimandritul Spiridonos Logothetis, Deprimarea și tămăduirea ei în învățătura Bisericii, Editura Sofia, 2001, p. 64)