La esposa se confía, de todo corazón, a las manos de su amoroso esposo
La novia le entrega todo a su esposo, en el sentido completo de la palabra. Para todo hombre, este es un momento solemne: está asumiendo su responsabilidad por la frágil, joven y delicada vida de su esposa, quien se la confía para que la cuide, la proteja y la defienda.
Existe algo santo y que produce un cierto y piadoso estremecimiento: la novia, casándose, concentra todos sus intereses en ése que la desposa. Con esto, ella deja la casa paterna y a sus padres también, rompiendo todos los hilos que la ataban a la vida que hasta ahora llevaba.
Ella lo ve, con el corazón conmovido, pero con una serena confianza, ofreciéndole su vida. Él, a su vez, se alegra de esa confianza. He aquí lo que conforma, para toda la vida, la felicidad del corazón humano, que es capaz de experimentar alegrías inimaginables e inmensos sufrimientos.
La novia le entrega todo a su esposo, en el sentido completo de la palabra. Para todo hombre, este es un momento solemne: está asumiendo su responsabilidad por la frágil, joven y delicada vida de su esposa, quien se la confía para que la cuide, la proteja y la defienda, hasta que la muerte le quite de las manos este tesoro o lo derribe justo a él.
(Traducido de: Cum să ne întemeiem o familie ortodoxă: 250 de sfaturi înţelepte pentru soţ şi soţie, de la sfinţi şi mari duhovnici, traducere din limba rusă de Adrian Tănăsescu-Vlas, Editura Sophia, Bucureşti, 2011, p. 56)