La fe de San Juan Maximovich y el poder de los sacramentos
Cuando el padre vino a darle la Santa Comunión a la moribunda, esta sufrió una de las crisis típicas de dicha enfermedad y, con la boca llena de espuma, terminó escupiendo la Comunión que acababa de recibir.
Una conocida del padre Juan, O. Skopichenko, cuenta que una mujer, Menshikova, fue mordida por un perro con rabia y, descuidando las reglas elementales para el tratamiento de ese tipo de heridas, se contagió de esa enfermedad.
Cuando el padre vino a darle la Santa Comunión a la moribunda, esta sufrió una de las crisis típicas de ese mal y, con la boca llena de espuma, terminó escupiendo la Comunión que acababa de recibir. Sabiendo que los Santos Misterios debían ser consumidos, el padre los recogió con la cucharilla y los ingirió. Los demás que estaban presentes, exclamaron:
—¡¿Qué hace, padre?! ¡¿Acaso no sabe lo peligrosa que es la rabia?!
Pero el padre le respondió con serenidad:
—No pasa nada… ¡son los Santísimos Misterios!
Y, en verdad, nada le ocurrió.
(Traducido de: Sfântul Ioan Maximovici, Predici și îndrumări duhovnicești, Editura Sophia, București, 2006)