La fe de un pueblo entero
Para nosotros, patria y Ortodoxia son “el jardín del Edén”, que Dios nos heredó para que “trabajáramos en él y lo cuidáramos” (Génesis 2, 15) con santidad.
Nosotros, progenie originaria de esta nación, así es como nos sabemos: rumanos y cristianos ortodoxos. Así fue como fuimos engendrados; por eso, tenemos el deber de mantener puro e íntegro lo que heredamos de nuestros ancestros, como si viniera de Dios mismo. Luego, hermanos ortodoxos rumanos, no olvidemos nunca el fervor, la devoción y el sacrificio de nuestros antepasados, con los cuales ellos defendieron, a lo largo de casi dos mil años, la patria y la fe que recibieron como santo legado de nuestro Señor Jesucristo, por medio del Espíritu Santo, en Su Iglesia Ortodoxa.
No queremos afectar la paz de nadie en lo que respecta a la conciencia, y tampoco es nuestro deseo apartarnos y abandonar dicha herencia ancestral, en la cual todos sentimos que radica la profunda unidad de nuestro pueblo.
Para nosotros, patria y Ortodoxia son “el jardín del Edén”, que Dios nos heredó para que “trabajáramos en él y lo cuidáramos” (Génesis 2, 15) con santidad.
(Traducido de: Ne vorbește Părintele Cleopa - 3, Ed. Mănăstirea Sihăstria, 2004, p. 7)