Palabras de espiritualidad

La fe es una elección libre

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

Yo mismo no podría reconocer como “cristiana” a una persona bautizada en semejantes circunstancias. Si reconociera que es “cristiana”, es que creemos en una suerte de “magia” ortodoxa” y que no entendemos qué significa Sacramento en la Ortodoxia.

Hay distintas tentaciones. Les daré un ejemplo: una mujer muy temperamental —de origen hebreo—, volvió a la fe, bautizándose. En todo este tiempo, intentó convertir también a su hermana. Sólo que ésta se oponía fuertemente a bautizarse. Y, a pesar de que la primera hacía de todo por convencerla, hablándole, ofreciéndole libros, etc., su hermana se negaba con firmeza a convertirse al cristianismo. Sucedió que, un día de esos, la reacia hermana cayó enferma gravemente y fue llevada al hospital. Allí fue visitada por la protagonista de nuestro relato, quien le dijo: “¿Ves en qué estado te encuentras? Puede que mueras pronto... ¡vamos, bautízate!”. Aún así, la otra mujer rechazó la propuesta y, poco tiempo después, perdió la conciencia.

La hermana cristiana pensó que ya no había nada que le impidiera bautizar a la otra. Así, comenzó a llamar por teléfono a varios sacerdotes, e incluso a unos cuantos obispos, para preguntarles cómo proceder (es necesario mencionar que aquella mujer conocía a muchos prelados). Algunos le decían: “No, no se puede. ¿Cómo bautizarla en contra de su voluntad?”. Sin embargo, otros concedían: “Bien... inténtalo”. Y, sin querer atender más opiniones, la osada cristiana consiguió hacer bautizar a su hermana en su lecho de muerte. Ésta no volvió a despertarse y, a los pocos días, murió. No obstante, ya que fue bautizada antes de fallecer, podía ahora ser recordada en los oficios funerales. Pero ¿acaso era esto lo más importante?

Con toda la estima que tengo por aquella mujer, yo le dije que lo que hizo está terminantemente prohibido. No está permitido forzar de tal manera a una persona. Y todos los casos similares son, desde luego, nulos. Yo mismo no podría reconocer como “cristiana” a una persona bautizada en semejantes circunstancias. Si reconociera que es “cristiana”, es que creemos en una suerte de “magia” ortodoxa” y que no entendemos qué significa Sacramento en la Ortodoxia.

Es cierto que aquella mujer actuó guiada por su amor, y se justificaba precisamente en su amor y devoción. Sin embargo, este argumento es, tristemente, inválido. Si la moribunda se hubiera despertado por un instante y hubiera exclamado, al menos, “¡Sí, creo, quiero ser bautizada!”, podría hablarse de un acto legítimo. Pero ni siquiera alcanzó a susurrar un “sí” ante los ruegos de su hermana cristiana.

De igual forma, no estamos de acuerdo con aquel que no es capaz de dar testimonio de su fe.

(Traducido de: Protoiereu Vladimir VorobievDuhovnicul și ucenicul, Editura Sophia, București, 2009, pp. 108-109)