La fe en Cristo Dios es un problema personal. Cada uno lo enfrenta de acuerdo a lo que hay en su corazón y según su propio entendimiento. Pascal dice que “no es que nos falten pruebas para creer en Dios y en la divinidad de Cristo. Lo que nos falta es tener un corazón y un pensamiento puros” (cf. Mateo 5, 8). ¡Dichoso de aquel que los tenga, porque tendrá a Cristo, es decir, todo! Quien tenga eso, tendrá también la felicidad, la vida y la libertad. Será, en verdad, un “dios por la Gracia”. Así, la divinidad de Cristo es el juicio de cada uno, y juzga a cada uno. Esta es la diferencia específica y fundamental entre el Hombre y los demás, es decir, si acepta o no ser cristiano, y “deificarse” también.

La primera palabra en esta elección la tienen la voluntad y la libertad, que juzgan el devenir humano. Es importante subrayar que los problemas metafísicos no se analizan ni aritméticamente, ni matemáticamente, ni con métodos químicos, como si fueran minerales. Los problemas metafísicos, como la Resurrección y la Divinidad de Cristo son realidades que están más allá de lo natural, inconmensurables, y las percibe solamente aquel que tiene un horizonte infinito, lejos de los límites de la lógica más seca y de los cinco sentidos. Hay un sexto sentido, el más cierto y más dinámico de todos: la fe.

(Traducido de: Arhimandritul Timotei Kilifis, Hristos, Mântuitorul nostru, Editura Egumenița, 2007, pp. 139-140)