La fe y la vida en Cristo
La personalidad perpetuamente viva de Dios-hombre, Cristo, es, en verdad, la Iglesia.
Cristo obró verdaderamente esto, al hacerse hombre y devenir en Dios-hombre. Sólo en Cristo y solamente en Él el hombre se siente verdaderamente inmortal y entiende que es eterno. Cristo, que es Dios-hombre en Su propia persona, creó un puente sobre el abismo entre tiempo y eternidad, y restableció las relaciones entre ambos. Por eso, sólo aquel que se une de forma orgánica con Cristo Dios-hombre, con Su cuerpo, la Iglesia, se puede sentir verdaderamente inmortal y se puede entender a sí mismo como un ser eterno. De este modo, para el hombre y la humanidad, Cristo representa el único paso del tiempo a la eternidad: esta es la razón por la cual en la Iglesia, la Iglesia Ortodoxia, Cristo se hizo y sigue siendo el único camino y la única guía que nos puede llevar de lo efímero a lo eterno; del sentimiento del hecho de ser mortales, al de nuestra propia inmortalidad; del conocimiento de lo que es temporal, al de lo que es eterno e infinito. La personalidad perpetuamente viva de Dios-hombre, Cristo, es, en verdad, la Iglesia. La Iglesia es siempre personalidad, cuerpo y espíritu divino-humano.
(Traducido de: Părintele Iustin Popovici, Credința Ortodoxă și viata în Hristos, Editura Apologeticum)