Palabras de espiritualidad

La felicidad podría estar más cerca de lo que crees…

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

No tenemos que tratar de correr tras la felicidad. Encuentra el camino correcto, y la felicidad caminará contigo. Eso sí, para lograr este propósito necesitarás, por lo menos, tener la conciencia en paz y cultivar el equilibrio entre tus anhelos y tus posibilidades de alcanzarlos.

“Encontrar el sentido de la vida es la felicidad, encontrar la felicidad es el sentido de la vida”. Pero ¿en dónde se esconde la felicidad? Veamos la siguiente parábola. Un gato viejo yacía tendido bajo el sol. Repentinamente, quién sabe de dónde, apareció un gato más joven y lleno de vitalidad, el cual, después de hacer una pirueta frente al otro que descansaba, empezó a dar brincos y a correr en círculo.

—¿Qué es lo que haces?, le preguntó el gato viejo, curioso.

—¡Intento atrapar mi propia cola!, respondió el otro.

—¿Por qué o para qué?

—Me dijeron que mi felicidad es mi cola, pero llevo ya tres días intentando atraparla, sin éxito.

El gato viejo sonrió, recordando su juventud:

—También a mí me dijeron lo mismo: “¡Tu felicidad está en tu cola!”. Y, créeme, pasé muchísimos días tratando de atraparla. No comía ni bebía, lo único que me interesaba era atrapar mi cola. Cuando me vencía el cansancio, me echaba unos instantes, para después retomar mi obstinada tarea. Un día, me desesperé y me fui tan lejos como pudieran ver mis ojos… ¿y sabes qué noté, casi sin darme cuenta? ¡A donde iba, mi cola me seguía!

¿Qué podemos aprender de este sencillo relato? Que no tenemos que tratar de correr tras la felicidad. Encuentra el camino correcto, y la felicidad caminará contigo. Eso sí, para lograr este propósito necesitarás, por lo menos, tener la conciencia en paz y cultivar el equilibrio entre tus anhelos y tus posibilidades de alcanzarlos.

Decía Pitágoras: “No busques la felicidad: ella está siempre en tu interior”.  “El camino más corto a la felicidad no consiste en el deseo de ser feliz, sino en hacer felices a los demás”, afirmaba el médico y humanista Fiódor Haaz.

Solzhenitsyn estaba convencido: “No es el bienestar material lo que conforma la felicidad de los hombres, en absoluto, sino las relaciones entre corazones y nuestro punto de vista sobre nuestra vida. Tanto lo uno como lo otro están siempre a nuestro alcance; así pues, el hombre puede ser feliz todo el tiempo, si así lo quiere, y nadie puede impedírselo”.

(Traducido de: Konstantin V. Zorin, Dacă puterile sunt pe sfârșite. Războiul și pacea omului cu el însuși, traducere din limba rusă de Eugen Tănăsescu-Vlas, Editura Sophia, București, 2015, pp. 154-155)