Palabras de espiritualidad

La “Fiesta de las Luces”

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

Sumergiendo la cruz, “se bautizan y se santifican las aguas”, otorgándoles una gran fuerza purificadora.

En los primeros años de la Iglesia cristiana, una gran cantidad de idólatras empezaron a convertirse al cristianismo. Al principio, eran bautizados únicamente en el período que va de la Pascua al Pentecostés. Ulteriormente, cuando apareció la Fiesta del Bautismo del Señor, una gran parte de los catecúmenos, la mayoría de ellos ya entrados en años, preferían ser bautizados en las vísperas del día de la Epifanía. Así, en las vísperas de la Fiesta se hacían los preparativos necesarios para la celebración litúrgica, y también los del bautismo de los catecúmenos dispuestos a recibir este Sacramento de la Iglesia. Se les llamaba “iluminados”, y a su bautismo, “iluminación”. A medianoche se santificaba el agua destinada para el bautismo. También los demás cristianos recibían un poco de esa agua para llevársela a sus hogares, como mencionan San Efrén y San Juan Crisóstomo. Muchos bautismos se celebraban en la noche de la festividad. Usualmente, los catecúmenos participaban sosteniendo un cirio blanco entre las manos. También esta era una forma exterior para representar la transformación e iluminación espiritual. Los catecúmenos que iban a ser bautizados, pero también los cristianos que venían a comulgar por primera vez, venían con candelas encendidas, cirios, etc. Así las cosas, en todas partes reinaba la luz, por eso es que esta fiesta recibió el nombre de “Fiesta de las Luces”. En los lugares donde se celebraban los bautismos se colocaba una representación simbólica de la presencia del Espíritu Santo. En esos tiempos, se suspendía del techo una paloma de oro o de plata, en cuyo interior se conservaba la Santa Mirra.

También los niños que cantaban en la noche del Bautismo iban vestidos de blanco, con túnicas de ese color y llevando cirios encendidos. Rodeaban la ciudad o el poblado, salmodiando durante toda la noche. En la época bizantina, en la Fiesta de la Epifanía los niños entonaban:

Hoy la creación se ilumina

Y celebra, llenándose de gozo

Porque Juan el Precursor vino del desierto

Para iluminar al Señor.

Después de rodear la ciudad, entonando cánticos alusivos, los niños volvían a la iglesia, en donde eran celebrados los bautismos, y permanecían ahí hasta el amanecer.

En el ritual básico de la Fiesta de las Luces se realiza también la santificación de las aguas. Sumergiendo la cruz, “se bautizan y se santifican las aguas”, otorgándoles una gran fuerza purificadora. El sacerdote ora por aquellos que serán aspergidos y beberán el agua santificada, para que con ella “se purifique la corrupción del cuerpo y del alma”.

(Traducido de: Arhimandritul Timotei KilifisHristos, Mântuitorul nostru, Editura Egumenița, 2007, pp. 173-174)