La forma de ayudar a nuestros difuntos en la Divina Liturgia
Recordemos que, como dicen aquellas santas palabras: “Después de morir ya no es posible arrepentirse”, es decir que ya no es posible hacer nada para salvarse, porque la boda ha finalizado para esas almas y la puerta se les ha cerrado.
Nuestra Ortodoxia tiene la Divina Liturgia, la cual brinda un enorme provecho espiritual y consuelo a miles de almas. En cada Divina Liturgia son mencionados cientos, miles de nombres, y todas esas personas reciben un gran auxilio, tanto las que todavía están en este mundo como las que ya han partido a la eternidad, cuando los sacerdotes pronuncian estas palabras, recordando a quienes han presentado sus dones en la iglesia: “¡Acuérdate, Señor…!”. Y no solo quienes han llevado dones se benefician en la Liturgia, sino también todos los demás, por quienes se presenta ese Sacrificio. Recordemos que, como dicen aquellas santas palabras: “Después de morir ya no es posible arrepentirse”, es decir que ya no es posible hacer nada para salvarse, porque la boda ha finalizado para esas almas y la puerta se les ha cerrado. Luego, ¿cómo pueden ser ayudadas esas almas que probablemente están siendo castigadas en el infierno y sufren mucho? ¿Quién puede tenderles una mano de ayuda? ¡Nosotros, quienes seguimos vivos!
Nuestra santa Iglesia Ortodoxa ha dispuesto todo de una forma maravillosa, con tal de ayudar a las almas de los difuntos. La Divina Liturgia, los oficios memoriales, las letanías por los muertos, la caridad, las buenas acciones, las postraciones, las oraciones y la contrición, la fórmula “¡Que Dios lo perdone!”, todas esas cosas se alzan a lo alto, a donde están esas almas, y les es de ayuda. En consecuencia, esta es la caridad más grande que existe, aunque muchos lo ignoren. Pide que tus difuntos sean recordados en la Divina Liturgia y, con el esfuerzo que esto represente para ti, especialmente económico, y también con la abnegación del sacerdote, estarás apiadándote de todas esas almas, las cuales recibirán un consuelo, un sosiego allí donde están, en el otro mundo.
(Traducido de: Avva Efrem Filotheitul, Sfaturi duhovniceşti, traducere Părintele Victor Manolache, Editura Egumeniţa, Alexandria, 2012, pp. 61-62)