La forma de sanar el cuerpo y el alma
La sanación del alma no se puede realizar únicamente con remedios naturales y biológicos, o apelando solamente al don divino presente en la creación, sino con la ayuda de la Gracia divina, redentora y santificadora, que nuestro Señor Jesucristo trajo a los hombres y que está plenamente presente en la Iglesia.
Muchas dolencias vuelven a manifestarse aun después de habernos sometido a un tratamiento médico-biologico, porque las causas de la enfermedad (que no es solamente física, sino también espiritual) no han sido eliminadas realmente. Por eso, la restauración del ser enfermo no es algo que pueda ser practicado por el hombre solo (¡atención!), acudiendo al médico y a los remedios naturales, como si se trataran de un procedimiento mágico y automático, sin pedir la misericordia y el auxilio de Dios. En primer lugar, el hombre debe ser consciente, por una parte, de su relación de amor con Dios, que es la de una criatura y su Creador, y, por otra parte, de que ese amor es el de dos personas que se aman con una profundidad infinita.
Dicho esto, en el transcurso del enriquecimiento de su relación con Dios, el hombre puede colaborar con Él en la sanación (restauración) de su entero ser enfermo, y, posteriormente, en su santificación. Y es que la sanación del alma no se puede realizar únicamente con remedios naturales y biológicos, o apelando solamente al don divino presente en la creación, sino con la ayuda de la Gracia divina, redentora y santificadora, que nuestro Señor Jesucristo trajo a los hombres y que está plenamente presente en la Iglesia.
(Traducido de: Ieromonahul Adrian Făgețeanu, Ieromonahul Mihail Stanciu, De ce caută omul contemporan semne, minuni și vindecări paranormale? Un răspuns ortodox, Editura Sophia, București, 2004, pp. 70-71)