Palabras de espiritualidad

La fórmula para vencer el pecado y librarse de él

  • Foto: Oana Nechifor

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Translation and adaptation:

La confesión debe hacerse sin rubor ni rodeos, con valor y condenándose a uno mismo, porque el coraje es la manifestación de haber vuelto del pecado y de la disposición de no regresar a él. Por el contrario, la vergüenza demuestra la falta de arrojo.

Confesarse es dar testimonio, voluntaria y sinceramente, de los pecados cometidos, sin vergüenza ni reservas, sino que condenándote a ti mismo y lleno de compunción interior, ante una persona autorizada por la Iglesia para la absolución de los pecados.

La confesión debe ser voluntaria y sincera para ser legítima. Debe, además, alcanzar su objetivo, porque la confesión forzada y fingida no produce frutos, debido a que no viene del corazón y no es la expresión del arrepentimiento y del deseo de sanar.

La confesión debe hacerse sin rubor ni rodeos, con valor y condenándose a uno mismo, porque el coraje es la manifestación de haber vuelto del pecado y de la disposición de no regresar a él. Por el contrario, la vergüenza demuestra la falta de arrojo.

La confesión debe hacerse con el corazón compungido, porque esta es la forma en que este da testimonio del verdadero arrepentimiento y expresa nuestra tristeza por haber vulnerado los mandamientos del Señor, con quien queremos reconciliarnos. Si falta este elemento, estamos demostrando nuestra faltta del sentimiento de culpa profunda por haber infringido las disposiciones divinas.

Sólo la confesión que abarca todos los rasgos del verdadero arrepentimiento es auténtica y perfecta, y ofrece frutos de salvación. Para esto, el que se confiesa debe acercarse a su padre espiritual y abrir el corazón ante él, revelándole todo “lo secreto y oculto” de su ser, sin rubor ni reservas, buscando satisfacer la justicia divina y reconciliarse con Dios, para que su alma quede sanada y pueda alcanzar la salvación.

Aquellos que pecan y por vergüenza no se confiesan, están entregando su alma a manos de la muerte. Son como esos enfermos que, a pesar del dolor, por vergüenza no acuden al médico; así, las pasiones terminan venciéndolos y enviándolos al infierno. Los que se arrepienten deben confesarse para poder ser salvados. Dios, por medio del profeta Isaías, ordena así: “Confiesa primero tus pecados, para después ser justificado”, porque “Yo soy Aquel que borra tus pecados”.

A esos que se avergüenzan y no se acercan a la salvadora confesión, los Santos Padres les aconsejan así: “La vergüenza, si podemos llamar así a ese sentimiento hacia la confesión, puede traer gloria y Gracia, de acuerdo con las palabras de Salomón: Hay una vergüenza que trae pecado y otra que trae gloria y don de Dios”.

No demores en confesar tus pecados, para que con la vergüenza de aquí puedas librarte de la otra, en la vida eterna (porque también esta es una parte del castigo de la vida futura), y aprende a odiar en verdad el pecado, ruborizándote por haberlo cometido y venciéndolo como a todo lo que es digno de condena. Y debes apresurarte, porque Dios limitó la salvación a esta vida. Veamos lo que dice San Juan Crisóstomo: “Para los que están en el infierno no hay confesión y enmienda, porque Dios restringió para aquí la vida y las acciones, dejando para la vida eterna el examen de lo hecho”. El mismo padre nos enseña que es imposible escapar de la vergüenza por nuestros actos abyectos, porque, si debido al rubor no nos confesamos cuando podemos hacerlo, seremos avergonzados en la otra vida ante decenas de miles. He aquí sus palabras: “Ante uno no queremos ser avergonzados aquí, pero ¿qué haremos ante decenas de miles en la vida eterna?”. “Piensa ahora en cómo será el Juicio de Dios. Piensa en todos tus pecados. Aunque tú mismo hayas olvidado tus faltas, Dios no las olvida jamás, sino que siempre las pondrá ante tus ojos, si, siguiendo tu camino, no las borras con tu arrepentimiento y la confesión”. Y, una vez más: “Muchos de los que pecan dicen: ¿cómo acercarme a Dios, cómo pedirle a Él? Son personas que están enfermas del fervor diabólico. ¿Te falta el valor? Precisamente por eso acércate (a la confesión), para llenarte de coraje. ¿Acaso no se hizo un hombre también Aquel que va a librarte de tus pecados' Dios es Ese que quiere librarte de tus pecados. ¡Nunca podrías desear tu propia seguridad, como Él desea tu salvación!”.

En el Sirácides encontramos esta exhortación: “No te avergüences al confesar tus pecados”. Y en Job: “¿He disimulado mis culpas a los hombres, ocultando en mi seno mi pecado, porque temiera el rumor público, o el desprecio de las gentes me asustara, hasta quedar callado sin atreverme a salir mi puerta?”. San Basilio el Grande, por su parte, dice que debemos confesarnos con nuestros labios y nuestro coraje, porque hemos pecado con el cuerpo. Estas son sus palabras: “Pecamos, cuando utilizamos nuestros miembros, que son siervos del pecado, para cometer vilezas; así, es justo que demos testimonio con el cuerpo, utilizando el mismo órgano para librarnos del pecado. ¿Difamaste a otro? ¡Ahora habla sólo cosas buenas de él! ¿Le quitaste algo a alguien? ¡Devuélveselo! ¿Bebiste más de la cuenta? ¡Ayuna! ¿Te llenaste de orgullo? ¡Humíllate! ¿Sentiste envidia? ¡Ora! ¿Mataste a alguien? ¡Da testimonio con tu vida, o haz lo que concierne al martirio! Confesándote, somete tu cuerpo, para que después seas digno de cantarle a Dios en los Salmos con diez cuerdas”.

Y, a los que postergan día tras día la confesión, los Santos Padres les recomiendan: “Postergando o dudando de confesar tus pecados no ganas nada, demostrando que el maligno te ha revelado un secreto de gran importancia, y que temes ofenderlo y perder su amor si revelas ese misterio a los hombres espirituales”. Volviendo al Sirácides, encontramos este llamado: “¡Examínate a ti mismo antes de que venga el Juicio y, cuando llegue ese momento, recibirás abundante misericordia!.

(Traducido de: Sfântul Nectarie de Eghina, Studii despre Biserică, despre Tradiție, despre dumnezeieștile Taine și despre slujirea în Duh și adevăr, traducere Laura Enache, Editura Doxologia, 2016, pp. 254-257)