La geografía del corazón
El corazón es un lugar contradictorio, una morada secreta en la que escondemos los peores impulsos, aunque, a la vez, es el altar interior para comunicamos con Dios.
San Teófano el Recluso (1815-1894), un maestro en la vida espiritual, afirma: “Orar consiste en presentarte ante Dios con la mente en el corazón”. ¿Qué significa ese “con la mente en el corazón”? Ya que somos hijos de un tiempo racionalista, científico, sabemos que el corazón es un músculo que bombea la sangre a todo el cuerpo. Los santos también sabían esto. Con todo, también tenían un concepto metafórico de lo que es el corazón.
San Macario el Grande (ca. 300 – ca. 390), un stárets egipcio que guió espiritualmente a miles de monjes, nos dice: “El corazón es una pequeña vasija. No obstante, en él viven monstruos, leones, criaturas ponzoñosas y toda clase de maldades. En su interior hay también duros, desconocidos y abruptos caminos. Igualmente, es el sitio de Dios, los ángeles, las legiones celestiales y los tesoros gratíficos. Todo ello cabe en el corazón”. El corazón, así pues, es un lugar contradictorio, una morada secreta en la que escondemos los peores impulsos, aunque, a la vez, es el altar interior para comunicamos con Dios. La mente, por otra parte, es el sitio del escepticismo, de la inseguridad y las dudas. Luego, mantener la mente en el corazón, como recomienda San Teófano, consiste en ahogar nuestras dudas en el amor infinito de Dios. Y la oración incesante, especialmente la “Oración de Jesús”, aleja los vicios del corazón, para que Jesucristo pueda entrar en él y hacerlo completamente Suyo.
(Traducido de: Norris J. Chumley, Tainele Rugăciunii lui Iisus, pp. 27-28)