La Gracia del Espíritu Santo, tan lejos de lo que hay en este mundo
El alma que ha conocido al Señor por medio del Espíritu Santo, suspira por el Señor, y las riquezas y la gloria de este mundo no representan nada para ella.
Hay una gran diferencia entre el hombre sencillo, que ha conocido al Señor a través del Espíritu Santo, y el hombre —incluso el más poderoso— que no ha conocido la Gracia del Espíritu Santo.
Hay una gran diferencia entre creer solamente que Dios existe, habiéndolo conocido a partir de la naturaleza que nos rodea o por haber leído las Escrituras, y conocer al Señor por medio del Espíritu Santo.
En el hombre que ha conocido al Señor por medio del Espíritu Santo, el espíritu arde día y noche de amor a Dios, y su alma no se puede aferrar a nada de lo que hay en este mundo.
El alma que no ha experimentado la dulzura del Espíritu Santo se goza con la vanagloria de este mundo, con las riquezas o incluso con el poder. Por su parte, el alma que ha conocido al Señor por medio del Espíritu Santo, suspira por el Señor, y las riquezas y la gloria de este mundo no representan nada para ella.
(Traducido de: Cuviosul Siluan Athonitul, Între iadul deznădejdii și iadul smereniei, edit. Deisis, Sibiu, 2001, p. 84)