Según he observado, los escándalos más grandes, no solamente en las familias, sino también entre países, empiezan por auténticas nimiedades. En el ámbito de la familia, uno tiene que hacerse humilde ante el otro, imitando sus virtudes, pero también soportando sus caprichos. Para poder enfrentar las cosas de esta manera, muchos piensan en el sacrificio que Cristo hizo por nuestros pecados y que todavía nos soporta a todos, millones de personas, aunque Él esté libre de pecado; por nuestra parte, cuando sufrimos los caprichos de otros, estamos pagando nuestras faltas.

Nuestro Buen Dios dispone las cosas de una forma tal que, uno de ellos, en la familia, con el carisma que se le concedió, ayuda al otro, y con el defecto que posee, se humilla ante él. Porque cada persona tiene sus propios dones, pero también algunos defectos que debe tratar de vencer.

(Traducido de: Cuviosul Paisie Aghioritul, Viața de familie, Editura Evanghelismos, București, 2003, p. 51)