La humildad es la llave para recibir el Espíritu de Dios
Es importante pedirle a Dios no tanto que nos libre de las pruebas, sino que nos dé las fuerzas necesarias para enfrentarlas.
Una de las formas más seguras para obtener del Espíritu Santo es hacernos de una mente humilde. Aunque seas un hombre honrado, bueno, justo y misericordioso, aunque cumplas con todos los mandamientos de Dios, debes considerarte un siervo indigno, un instrumento en las manos de Aquel que obra. Dicho esto, basta con examinar con atención nuestras buenas acciones, incluso nuestras “grandes virtudes”, para darnos cuenta de lo poco que valen… y aún así nos atrevemos a llamarlas “virtudes cristianas”. Por ejemplo, ¿cuántas veces practicamos la caridad, si no es por vanagloria y egoísmo, con cierta tacañería, como esperando ganar un interés económico, creyendo que, al darle una simple moneda al pobre, recibiremos cien o mil por parte de Dios?
La humildad es otra cosa: es soportar valientemente y sin lamentarte todas las congojas, las tristezas y las aflicciones, considerando todo eso un castigo por tus pecados. Por eso, no digas: “¡Ay de mí, cuánto sufro!”, sino: “¡Es poco lo que he recibido por mis pecados!”. Es importante pedirle a Dios no tanto que nos libre de las pruebas, sino que nos dé las fuerzas necesarias para enfrentarlas.
(Traducido de: Glasul Sfinților Părinți, Traducere Preot Victor Mihalache, Editura Egumenița, 2008, pp. 346-347)