Palabras de espiritualidad

La humildad nos ayuda a crecer poco a poco

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

Así es como debemos actuar en lo que respecta a las virtudes: poco a poco, anhelando cada vez avanzar más.

¿Acaso crees que eres más rápido que el demonio? En cosa de un segundo, él ya ha llegado al otro extremo del mundo. Sólo hay una forma de superarlo: humillándote y considerádote polvo y ceniza, asumiéndote débil, pecador e indigno de vivir en este mundo creado por Dios. ¡La humildad es lo único que verdaeramente ahuyenta al demonio! No hay nada más a lo que le tema. Ya puedes ser un gran asceta, pero si no sabes pedir perdón, todas las huestes del maligno vendrán a burlarse de ti.

Por eso, hermanos, pidámosle a Dios que, por Su gran misericordia, podamos alcanzar un poco de humildad y discernimiento, porque en este mundo hay toda clase de trampas y tentaciones, y toda clase de confusiones terrenales y espirituales. Pero en todo esto debemos saber mantener el equilibrio. Porque el bosque no le teme a aquel que por una vez pone mucha carga en su carreta. Sabe que, cuesta abajo, las ruedas del carro se saldrán de sus ejes, volcando toda la madera. El bosque le teme a aquel que, cada vez que viene, corta una rama o dos, y se las lleva a casa. Lo mismo ocurre con el demonio, a quien no le inspira ningún temor el cristiano que empieza con grandes esfuerzos, porque en algún momento se cansará y lo dejará. Al contrario, sí que le teme al creyente que avanza paso a paso, poco a poco.

San Teodosio dice: “Si trabajas despacio y a conciencia, poco a poco te enriquecerás, tanto en las cosas de esta vida como en las del alma”. ¡Poco a poco! Así es como debemos actuar en lo que respecta a las virtudes: poco a poco, anhelando cada vez avanzar más.