Palabras de espiritualidad

La humildad y sus inconmensurables beneficios

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

Sabemos que el orgullo puede arrojar de los Cielos a quien olvide esto, mientras que la humildad puede alzar a las alturas a quien la practica, aún desde lo más profundo del pecado.

Amados, considerémonos siempre los últimos de todos, aunque alcancemos la cima de las virtudes, sabiendo que el orgullo puede arrojar de los Cielos a quien olvide esto, mientras que la humildad puede alzar a las alturas a quien la practica, aún desde lo más profundo del pecado. ¡Pero si fue la humildad la que hizo que el publicano se adelantara al fariseo! El orgullo, la soberbia, fue eso que venció la fuerza inmaterial del demonio, mientras que la humildad, el reconocimiento de los propios pecados, llevó a un ladrón al Paraíso antes que los mismos Apóstoles. Si los que confiesan sus pecados ganan tantas prerogativas, ¡imagínate las bondades que alcanzarán quienes saben que han hecho incontables buenas obras! Si avanzas rápidamente cuando atas la humildad al carro del pecado, de una forma tal que corres más veloz y sobrepasas el carro de las virtudes, que lleva atado el orgullo, ¡imagínate hasta dónde podrías llegar si ataras la humildad al carro de las virtudes! ¡Piensa en cuán lejos podrías llegar! Sí, llegarías a estar, con toda razón, ante el trono de Dios, rodeado de ángeles. Y, una vez más, si atando el orgullo al carro de las virtudes pierdes todo el coraje otorgado por la virtud, debido a la carga de sobrepasar el mal, ¡imagínate en qué profundo abismo podrías caer si atas el orgullo al carro del pecado!

¡Todo esto no lo digo para que despreciemos la virtud, sino para que huyamos del orgullo! ¡No para que pequemos sino para que nos hagamos humildes!

(Traducido de: Sf. Ioan Gură de Aur, Împotriva celor care nu folosesc cum trebuie cuvântul Apostolului care spune: «Fie din făţărie, fie întru adevăr, Hristos se propovăduieşte»; şi despre smerenie, în vol. Despre schimbarea numelor. Despre răbdare. Despre milostenie..., p. 332)