Así como el arca salvó la vida de Noé y su familia, cuando el diluvio universal, así también la Iglesia salva de las olas del pecado a los que vivimos, estamos y permanecemos en ella, guiando nuestros pensamientos, palabras, actos, fe y vida, con sus consejos. Los que permanecen afuera de ella se ahogan y mueren, como los que se quedaron fuera de la embarcación de Noé. Esto lo certifica también San Juan Crisóstomo, diciendo que imagen de lo que debía suceder, fue eso que ciertamente sucedió. Por ejemplo:

Imagen de la Iglesia de Cristo, fue el arca de Noé; una paloma, del Espíritu Santo; una rama de olivo, de la misericordia de Dios. Las primeras fueron imágenes, representaciones, mientras que los segundos, la verdad. Porque, así como el arca salvó a los que entraron en ella, así también la Iglesia lo hace con todos aquellos que, perdidos, entran, están y permanecen en ella, con cuerpo y alma.

(Traducido de: Nicodim Măndiță, Cum să ne purtăm în Sfânta Biserică, Editura Agapis, 2005, p. 10)