Palabras de espiritualidad

A la iglesia se va con alegría, no a la fuerza

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

A la iglesia no debemos asistir a la fuerza y con reticencias, sino con alegría. Para que esto ocurra, debemos estar atentos y gozarnos con los oficios litúrgicos, los troparios, las lecturas, las oraciones. Es importante estar atentos a cada palabra, buscando entender su sentido.

Todo lo que haces a la fuerza te daña el alma. Lo he dicho muchas veces. He visto monjes y también laicos de todas las edades, apartándose completamente de la Iglesia y de Dios, impacientes ante algún conflicto interior propio, o el de otra persona. Y es por esa razón que la persona termina oponiéndose a la Iglesia y sintiendo rechazo por ella. Deja de dar frutos. Y si hace algo, lo hace a la fuerza, o porque así lo ordenó el stárets, o el padre espiritual. Por ejemplo, dice: “Ahora tengo que ir a los oficios vespertinos…”. Y así, forzado, va. Pero lo que hacemos por obligación o porque así nos lo piden, no sólo no nos es provechoso, sino que también nos perjudica.

Muchas veces debemos hacer el bien. Pero el bien no debe hacerse a la fuerza, porque entonces pierde su utilidad. Por ejemplo, recordemos lo que se dice de la “Oración de Jesús”. Si forzamos nuestro ser para que la practique, pronto renunciaremos a ella… ¿y qué será de nosotros después? Si la practicamos por obligación, sentiremos que nos atormenta y deviene en algo que no es bueno. Puede ser, incluso, que semejante situación te lleve a decidir no ir más a la iglesia. A la iglesia no debemos asistir a la fuerza y con reticencias, sino con alegría. Para que esto ocurra, debemos estar atentos y gozarnos con los oficios litúrgicos, los troparios, las lecturas, las oraciones. Es importante estar atentos a cada palabra, buscando entender su sentido. ¿Está claro? Porque de esto proviene toda felicidad.

(Traducido de: Ne vorbeşte părintele Porfirie – Viaţa şi cuvintele, Traducere din limba greacă de Ieromonah Evloghie Munteanu, Editura Egumeniţa, 2003,  pp. 277-278)