«Me parece bien la forma en que te has propuesto proceder, en lo que respecta a la oración. Solamente dedícate a ella, para hacerlo cada vez mejor. La regla de oración es como el muro inexpugnable de la oración. La oración es un trabajo interior, y la regla es algo más exterior. Del mismo modo en que, sin cuerpo, el hombre no está entero, así también, sin regla de oración, la oración no está completa. Debemos tener tanto la una como la otra, y cumplirlas según nuestras posibilidades. Es una norma orar interiormente, en todo tiempo y lugar. La lectura de las oraciones no es posible sin dedicarle tiempo, lugar y medida. La disposición de estos tres elementos conforma la regla de oración. Y en esto el guía es la justa medida. Cuándo, en dónde, cuánto y cómo orar es algo que depende de las circunstancias de cada quien: orar más, orar menos, cambiar la hora o el lugar, todo esto hay que organizarlo, de forma que la oración interior pueda realizarse correctamente. Y en lo que respecta a la oración interior hay una sola regla: “¡Orad sin cesar!”».