La importancia del contacto físico con la mamá, durante el primer año de vida
Las primeras sensaciones físicas, como los olores, son la garantía del desarrollo normal del niño. Sin esas sensaciones, se resiente eso que los psicólogos llaman “la base de la confianza en el mundo”, generándose una constitución neurótica, asentada en la susceptibilidad que aparece a partir de los traumas espirituales.
¿Qué es lo que sucede frecuentemente en las familias contemporáneas?
La mamá, preocupada por desarrollar su propia carrera profesional, “pasa” sus hijos a los abuelos o a quien pueda hacerse cargo de ellos: institutrices, nanas o nodrizas. Así, en pocos años, el niño pasa por las manos de varios tutores o tutoras, incapaz de vincularse afectivamente con nadie. Sucede también que muchos niños no son amamantados en absoluto o sólo durante un breve período, afectándose así el primer contacto físico con la mamá. Ese vínculo es importantísimo para el pequeño, especialmente durante su primer año de vida y su pérdida es, desafortunadamente, irreparable.
En un estudio realizado por psicólogos franceses, se logró demostrar el enorme valor que, para el niño, representa el simple olor de su mamá. Parte de tal trabajo de investigación se hizo con mujeres reclusas, que carecían de contacto con sus hijos pequeños; para evitar que el daño fuera mayor, los expertos terminaron dando a cada niño un pañuelo utilizado por su mamá.
Esas primeras sensaciones físicas, como los olores, son la garantía del desarrollo normal del niño. Sin ellas, se resiente eso que los psicólogos llaman “la base de la confianza en el mundo”, generándose una constitución neurótica, asentada en la susceptibilidad que aparece a partir de los traumas espirituales. Y, con esto, aparecen también los temores.
(Traducido de: Educarea copilului: sfaturi ale duhovnicilor și psihologilor ortodocși, Traducere din limba rusă de Adrian Tănăsescu-Vlas, București, Editura Sophia, 2013, pp. 110-111)