La increíble fuerza de la humildad
La humildad es más sólida que la roca y más dura que el diamante, y nos protege mucho más que las torres, las fortalezas y todos los muros, porque se hace más alta que todas las artimañas de guerra del demonio.
La soberbia no es algo sano, y tal como las burbujas de jabón estallan fácilmente, lo mismo ocurre con los soberbios, que se pierden con facilidad.
Si, con todo, no crees, pongamos el ejemplo de cualquier hombre orgulloso, y verás que ante la menor de las pruebas se asusta más que una liebre. Porque, del mismo modo en que la llama que se eleva de las ramas más delgadas se enciende y al mismo tiempo se vuelve ceniza, en tanto que los leños más gruesos no se queman con rapidez, pero mantienen la llama durante mucho tiempo, así también las almas fuertes y perseverantes no se queman ni se extinguen con facilidad, en tanto que las almas débiles sufren ambas cosas en un breve período de tiempo. Luego, sabiendo todo esto, trabajemos en alcanzar la humildad, porque no hay nada más fuerte que ella. Ella es, ciertamente, más sólida que la roca y más dura que el diamante, y nos protege mucho más que las torres, las fortalezas y todos los muros, porque se hace más alta que todas las artimañas de guerra del demonio.
(Traducido de: Sfântul Ioan Gură de Aur, Două sute cincizeci de parabole, traducere de Pr. Victor Manolache, Editura Egumenița, 2011, pp. 29-30)