La inmensidad del amor de la Madre de Dios hacia nosotros
Dios no nos deja. Tampoco la Santísima Virgen María. Ella está con nosotros y nos ayuda, nos fortalece, ora por nosotros, nos protege y nos reconforta.
¿Qué es la Madre del Señor para nosotros? ¡Esperanza, una fuerte esperanza! ¿Por qué? Porque tenemos el auxilio de la Madre del Señor. Y si conocemos el auxilio de la Madre del Señor, su protección, su manto poderoso, su intercesión y sus oraciones, tenemos una esperanza adicional. Ciertamente, ella es esperanza: “Toda mi esperanza la pongo en ti, oh Madre de Dios, protégeme bajo tu santo manto”.
¿Qué más es la Madre del Señor? Protección. ¿Qué significa “protección”? No es que la Madre del Señor esté con algo extendido sobre nosotros, sino que la Madre del Señor es nuestra potectora. Ella nos libra de peligros, nos protege de males. “Oh, Protectora Señora, te presentamos nuestra gratitud por la victoria, por habernos amparado en la necesidad, a ti, Madre de Dios”, quien eres nuestra más grande protectora. Esperanza, protección, defensa, un refugio para nosotros. La Madre del Señor es un consuelo para todos. Mientras nuestros padres viven, mientras nuestra madre está con vida, sabemos que tenemos a alguien. Aunque pensáramos que, en un momento dado, todo el mundo podría abandonarnos, ella jamás nos dejará solos.
Sea que estemos enfermos, o convalecientes, o débiles, Dios no nos deja. Tampoco la Santísima Virgen María. Ella está con nosotros y nos ayuda, nos fortalece, ora por nosotros, nos protege y nos reconforta. “La luz de mi oscura alma, mi esperanza, mi protección, mi defensora, mi consuelo y mi gozo”. Eso es la Madre del Señor para cada uno de nosotros; además, ella nos lleva a nuestro Señor Jesucristo. Ella siempre ha querido y sigue queriendo ampararnos, ayudarnos y cobijarnos como una gallina a sus polluelos. Les pediría que, cuando vean a una gallina cubriendo a sus crías con sus alas, recuerden que el Señor Jesucristo dijo “¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos como una gallina a sus polluelos bajo las alas!” (Lucas 13, 34).
(Traducido de: Arhimandritul Teofil Părăian, Maica Domnului, Raiul de taină al Ortodoxiei, Editura Eikon, Cluj-Napoca, 2003, p. 20)