La insensibilidad del corazón oscurece la mente
La mente enferma se asemeja a un prisionero en cautiverio.
Un estado enfermizo de la mente es la apatía, indiferencia o insensibilidad. “La insensibilidad del corazón oscurece la mente”, dice San Juan Climaco. O “Cuando los demonios entran a dominar el alma y extinguen la luz de la mente, desaparecen en nosotros, miserables, la lucidez, el discernimiento, el buen juicio y la vergüenza. Lo que queda es insensibilidad, insensatez, confusión y ceguera”.
La mente enferma se asemeja a un prisionero en cautiverio: “Las cadenas de la mente son un vicio condenable, porque la someten a cosas que atañen sólo a los sentidos”. San Máximo el Confesor hace la siguiente analogía: “Así como es imposible que alce el vuelo un ave que tiene la pata atada a una estaca con un cordel, la mente que aún no consigue librarse de sus vicios tampoco puede elevarse al conocimiento de lo celestial, porque estos se lo impiden”. No importa cuánto se esfuerce en elevarse al conocimiento divino, que no lo conseguirá, en tanto no se purifique de toda iniquidad, ya que son precisamente estas quienes le retienen. En verdad, los vicios hinchan nuestra mente y le impiden alcanzar la oración pura, nos advierte Evagrio Póntico, mientras que San Talasio subraya: “La mente vanidosa, llena de orgullo y vanagloria, es como una nube sin agua”. La mente que sufre por causa del orgullo es una que ha empezado a desviarse, porque, influenciada por este defecto, “intenta limitar lo divino a imágenes y representaciones”.
(Traducido de: Mitropolit Hierotheos Vlachos, Psihoterapia ortodoxă: știința sfinților părinți, traducere de Irina Luminița Niculescu, Editura Învierea, Arhiepiscopia Timișoarei, 1998, pp. 155-156)