Palabras de espiritualidad

La intención de ayudar es lo más importante

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

Translation and adaptation:

Hay un rico que tiene qué dar, pero no da. Y un pobre que quiere dar, pero no tiene nada. Hay una gran diferencia entre ambos.

¿Qué puedo hacer cuando alguien me pide una ayuda, una limosna, pero no tengo nada para darle?

—Cuando quiero ayudar al otro, pero no tengo nada material para darle, practico la caridad “con la sangre”. El que tiene y da su ayuda material, siente alegría, en tanto que aquel que no tiene nada que dar, sufre siempre y dice con humildad: “No tengo nada para dar…”. Esa buena intención es ya todo. Hay un rico que tiene qué dar, pero no da. Y un pobre que quiere dar, pero no tiene nada. Hay una gran diferencia entre ambos. El rico, si da, siente satisfacción. Al pobre le duele, porque quiere ayudar, pero no tiene nada qué ofrecer, y sufre en su alma. Pero, si tuviera algo, lo daría y no sufriría. La buena intención se evidencia en los actos. Si alguien le pide a un pobre, y este, aunque no tiene gran cosa, le da una sencilla moneda, el pobre experimenta una honda felicidad, sin importarle si el otro usará esa moneda para irse a beber. Y Dios, viendo esto, siempre encontrará a alguien que le devuelva al pobre lo que acaba de dar.

¿Y sabes qué injusticia se comete a menudo? Que alguno dé todo lo que tiene, y los demás lo interpreten de forma errada.

¿A qué se refiere, padre?

—Supongamos que hay uno que tiene, por ejemplo, 5,000 dracmas en su bolsillo. En el camino se encuentra con un pordiosero. Le pone el dinero en la mano y se va. El pordiosero ve que son 5,000 dracmas y no cabe en sí mismo de tanta alegría. En ese momento, un rico pasa por el lugar y, viendo que el otro le dio 5,000 al necesitado, piensa: “¡Cuánto dinero le dio! ¡Seguramente es un millonario!”. Entonces, saca su billetera y le da solamente 500 dracmas al pobre, con tal de sentir que ha cumplido con su deber. Por su parte, el primero tenía solamente esos 5,000 dracmas, pero, al ver al pordiosero, sintió una gran compasión y le dio todo. Si el rico hubiera actuado un poco cristianamente, habría pensado: “Este le acaba de dar todo el dinero que tenía”. O habría dicho: “Tenía 10,000 y le dio la mitad al pobre”. ¡Pero es imposible pensar con virtud, si el hombre no ha trabajado en su alma! Por eso es que dice: “¡Si es capaz de dar esa cantidad, seguramente ha de nadar en dinero!”.

(Traducido de: Cuviosul Paisie AghioritulCuvinte duhovnicești, vol.2: Trezire duhovnicească, traducere de Ieroschimonah Ștefan Nuțescu, Ed. a 2-a, Editura Evanghelismos, București, 2011, pp. 175-176)