La jerarquía del amor del cristiano
“Aunque tengo esposa, hijos, etc., no me aparto de Cristo, sino que doy testimonio de Él. En este mundo no amo a nadie más que a Cristo, no hay nada que me importe más que Él. Mi esposa y mis hijos no son un obstáculo para dar testimonio de Cristo”.
Dicen algunos: “¿Qué quieren de mí? ¿Qué puedo hacer? ¿Qué quieren que haga? Tengo esposa, hijos pequeños, padres ancianos… Tengo una casa, pequeña, eso sí, algunas cosas reunidas con el tiempo, una situación material más o menos buena… ¿Qué quieren que haga? Quiera o no quiera, por necesidad, termino apartándome de Cristo, así sea de forma y con mis palabras”.
Este no es un razonamiento cristiano. El verdadero razonamiento cristiano, conforme con el texto evangélico, y fiel tanto a la libertad como a su espíritu, es: “Aunque tengo esposa, hijos, etc., no me aparto de Cristo, sino que doy testimonio de Él. En este mundo no amo a nadie más que a Cristo, no hay nada que me importe más que Él. Mi esposa y mis hijos no son un obstáculo para dar testimonio de Cristo. Amo a mi familia, a mis parientes, a mi ser, pero todo para mí tiene una jerarquía: en primer lugar está Cristo, y por el amor que siento por los míos, no quiero darles un mal ejemplo y que se avergüencen de mí”.
(Traducido de. Nicolae Steinhardt, Dăruind vei dobândi. Cuvinte de credință, Editura Mănăstirii Rohia, 2006, p. 107)