La justa medida, tan necesaria como provechosa
Es malo descuidar lo que estamos obligados a hacer, pero también es peligroso esmerarnos con exageración.
La justa medida es buena en todo. Hay una edad espiritual, tal como hay también una edad física. Del mismo modo en que a los nueve años no podemos hacer lo que uno de veinte, así también, en la vida espiritual, los que poseen un fervor desmedido pueden terminar dañándose a sí mismos. Pero, aunque Dios protege al hombre de esto, al menos acepta su esfuerzo y dolor. “Sólo el que se levanta temprano llega lejos”, dicen los experimentados.
Es malo descuidar lo que estamos obligados a hacer, pero también es peligroso esmerarnos con exageración. Hay tres cosas que el cristiano debe guardar a toda costa: el temor de Dios, la humildad y la contrición permanente.
(Traducido de: Sfântul Ambrozie de la Optina, Ne vorbesc stareții de la Optina, Editura Egumenița, Galați, p. 92-93)