La libertad conlleva responsabilidad
Dios no quiere forzarnos a ir al Cielo, porque si entráramos allí con algo de maldad en nuestra alma, saldríamos de la forma en que lo hizo Adán... aunque éste no era malo, como sí lo somos nosotros. Y aunque entráramos, no en el seno de Abraham, sino en el de Jesús, lo venderíamos como Judas, si antes no purificamos nuestro corazón de toda maldad.
Si queremos perserverar como discípulos del Señor, fieles a Su Palabra y para conocer la verdad, para hacernos libres y escapar para siempre de la esclavitud del pecado, es necesario que también nosotros trabajemos en ello. El Señor nos llama a la libertad, algo que ningún poder del mundo puede usurparnos... ni siquiera Dios puede hacerlo. “Si quieres entrar en la vida, cumple con los mandamientos”. “Si quieres ser perfecto, ve y vende todos tus bienes”. “¡Jerusalén, Jerusalén! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos... pero ustedes no lo quisieron!”.
Dios no quiere forzarnos a ir al Cielo. Porque si entráramos allí con algo de maldad en nuestra alma, saldríamos de la misma forma en que lo hizo Adán... aunque éste no era malo, como sí lo somos nosotros. Y aunque entráramos, no en el seno de Abraham, sino en el de Jesús, lo venderíamos como Judas, si antes no purificamos nuestro corazón de toda maldad. Pero, desde luego, nuestra entera libertad conlleva nuestra entera responsabilidad.
(Traducido de: Arhimandrit Paulin Lecca, Adevăr și Pace, Tratat teologic, Editura Bizantină, București, 2003, p. 116)