La llegada de la paz al alma
El Espíritu Santo le revela a la mente las cosas celestiales y Dios viene a morar en ella, y cosecha de ella los frutos del Espíritu.
Quien ha descubierto verdadera y profundamente la verdad de estos semblantes, en paz lo ha hecho. Porque, a lo largo de dos años o más, sus ojos se han convertido en manantiales, llenando de paz sus pensamientos, y esa paz mental le ha brindado el descanso al que se refiere el Santo Apóstol Pablo (Hebreos 4, 3), tanto como se lo permite su naturaleza. Esa paz abre la puerta para conocer los misterios divinos. Y entonces el Espíritu Santo le revela a la mente las cosas celestiales y Dios viene a morar en ella, y cosecha de ella los frutos del Espíritu. Y es en esto donde el alma reconoce la transformación que ocurre en su seno, en su naturaleza, con la restauración de todas sus partes, pero es algo que siente parcialmente aún, como en un enigma.
(Traducido de: Sfântul Isaac Sirul, Cuvinte despre nevoință, Editura Bunavestire, Bacău, 1997, p. 77)